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IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
LA AUTORIDAD DE JESÚS SOBRE TODO LO CREADO
- Por Ángel Gómez Escorial
1.- Como habréis visto las lecturas de este domingo cuarto del Tiempo Ordinario nos han mostrado muchas ideas dignas de análisis. Habría que destacar especialmente lo que nos sugiere el evangelio de Marco y Pablo de Tarso, en la Carta a los Corintios. Los dos textos nos plantean otros dos temas difíciles para los no creyentes o, incluso, para muchos de los que creen. Veámoslo: en la sinagoga de Cafarnaúm los demonios reconocen a Jesús y lo interrogan. Él demuestra su autoridad y los expulsa. A su vez, Pablo habla del celibato. Y sitúa esa posibilidad en un primer plano respecto al matrimonio.
2.- Y es que la lectura del Evangelio de San Marcos insiste sobre todo en la autoridad que emana Jesús a la hora de enseñar. Y tal autoridad produce asombro a los oyentes. En el fondo, casi es más difícil representarse esa emergente autoridad que el hecho "mágico" del dialogo con los demonios. La fuerza de Jesús, su convencimiento pleno en torno a lo que dice y, sobre todo, la representación física de que una fuerza divina acompaña a sus palabras no parece fácil de imaginar. Los casos de autoridad humana casi siempre vienen acompañados de unos ciertos escenarios de poder. Y es esa autoridad, que representa su divinidad, es la que solivianta a los demonios. Nosotros sabemos que estamos hablando de la lógica autoridad de Jesús, el Cristo, sobre todo lo creado… No puede ser de otra forma.
3.- Ángeles y demonios aparecen continuamente en la Escritura. También en la vida cotidiana o intelectual de siempre. Pero, en los últimos tiempos hemos asistido a una revalorización de los ángeles, en libros, películas, etc., aunque fuera del ámbito del cristianismo se ha querido dar los ángeles un contenido esotérico que no es el verdadero. Con el demonio hoy ocurre algo parecido. Por un lado se incrementan los seguidores de este poder. Es decir, hay más sectas satánicas, o, simplemente, hay, cada vez, más adoradores –fuertes o ligeros— de la parafernalia demoníaca. Por otro, hay cada día más gente cercana a la religión –y, por supuesto a la católica— que niega la existencia del demonio.
4.- En la sinagoga de Cafarnaúm los demonios reconocen a Jesús y lo interrogan. Él los expulsa. Para salir agitan al poseído, prueba palpable que estaban dentro de él. La lectura del Evangelio de San Marcos insiste sobre todo en la autoridad que emana Jesús a la hora de enseñar. Y tal autoridad produce asombro a los oyentes. En el fondo, casi es más difícil representarse esa emergente autoridad que el hecho "mágico" del dialogo con los demonios. La fuerza de Jesús, su –llamémoslo así— convencimiento pleno en torno a lo que dice y, sobre todo, la representación física de que una fuerza divina acompaña a sus palabras, no resultan fácil de imaginar. Los casos de autoridad humana casi siempre vienen acompañados de unos ciertos escenarios bien dispuestos de poder: desfiles militares, grandes cortejos. Pero la autoridad de Jesús es una autoridad tranquila, reposada, suave, que representa su divinidad. Y es precisamente la clase de autoridad que solivianta a los demonios. Y ello es parecido al sometimiento a la autoridad de Jesús a las fuerzas y leyes de la naturaleza. Cura a enfermos avanzados y da vista a ciegos de nacimiento que, tal vez, ni siquiera tuvieran ojos. Es lo mismo.
5.- Y en cuanto a lo demoniaco, es obvio que negar la existencia del demonio es como dar más posibilidades a la acción del mal. Si no aceptamos que la gripe es una enfermedad, no buscaremos remedios para terminar con ella. Y si no conocemos exactamente los mecanismos de cómo se genera la enfermedad, difícilmente podremos luchar contra ella. Con el demonio pasa lo mismo. Al negarle le damos una especia de camuflaje para que actúe con más impunidad. Es verdad que de las grandes realidades espirituales nos convence la fe. Esa es nuestra limitación y servidumbre como hombres que somos. Pero también es cierto que tenemos muchas veces aproximaciones al hecho espiritual que no son simples casualidades o alucinaciones. Todo creyente ha sentido la cercanía de Dios en muchas cosas. Y aunque suele ser más difícil, también ese mismo creyente habrá intuido en su interior, la cercanía de otra fuerza, negativa y oscura, que le separa del mejor camino.
6.- La mentira, el engaño, el autoengaño, una inesperada distorsión de la realidad, la imprevista justificación de lo injustificable, son los síntomas del demonio está cerca. San Ignacio de Loyola hizo una concreción genial de las influencias del bien y del mal en el terreno de la vida espiritual. Habla de consolación y desolación. La consolación es la influencia en cercanía del mismo Dios que regala alegría y perspicacia espiritual. La desolación es un tiempo espeso, equívoco, en el que viejos hábitos o tendencias se presentan como lógicos y a los que tenemos derecho. Un caso muy frecuente en las personas espirituales son los escrúpulos. El demonio utiliza la conciencia exigente del creyente fiel para exagerar sus faltas y no aceptar el perdón recibido, pareciendo que todos los pecados pasados están todavía vigentes. Hay casos terribles de escrúpulos que afectan tanto a ciertas personas que les sitúan al borde la demencia. Y por ahí, claro está, se ligan las dos posibilidades que hacen fehaciente la idea del demonio y que ya han sido planteadas más arriba.
7.- Pero lo fundamental de la enseñanza de la escritura en este domingo es la autoridad con la que Jesús de Nazaret enseña y revela. La cuestión de los demonios es una más dentro de esa suprema autoridad que le da su condición divina. Se le someten los demonios, pero también los vientos y las tormentas. Se le somete, asimismo, la “normalidad” de la naturaleza al, por ejemplo, poder caminar por las aguas. Lo mejor para todos nosotros en este domingo es que añadiéramos un paso más en nuestro conocimiento de Jesús, nuestro Maestro y Amigo.
8.- Y en cuanto a las recomendaciones de Pablo de Tarso a favor del celibato pues también hay que entenderlo dentro del contexto en que se produce la redacción de la Primera Carta a los Corintios. San Pablo esperaba entonces la muy cercana segunda llegada del Señor –la Parusía— y así recomienda el no cambiar, cuanto todo parece más próximo. De todos modos, la doctrina del celibato eclesial está basado en ese principio de mayor atención a las cosas de Dios y que la Iglesia mantiene. Dentro de ella hay además una apuesta nupcial de los consagrados. Jesús es el Esposo y el enamoramiento del Profeta de Nazaret llena –y ha llenado— muchas vidas.
9.- No podemos dejar de analizar con objetividad y honradez el tema del celibato sobre todo los que nos hemos casado y hemos visto que el matrimonio es un camino óptimo de felicidad y de camino, incluso, hacia la santidad. Es verdad, por supuesto, que vivimos tiempos de crisis en la estabilidad del matrimonio igual que no abundan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Entonces, sería bueno que nuestro análisis basado de la experiencia de algo que ha salido bien pudiera comunicarse a los que hoy desconfían de cualquier opción definitiva, permanente. No se debe –creo—a una cierta debilidad de carácter o de criterios de la gente joven. Hay una cuestión más densa, yo diría más importante, de más peso. Se piensa en la vida como un camino de etapas y de cambios. Hay que cambiar e iniciar cosas nuevas para vivir más y mejor. Sin embargo, ese tiene mucho de autoengaño pues las crisis de estos tiempos –e, incluso, la económica— están recomendando la vuelta a lo fundamental, el famoso “back to basics”.
10.- El sentido nupcial del celibato, el profundo enamoramiento que los consagrados tienen de Cristo. Su sentido “de pareja” respecto al conjunto de Jesús de Nazaret y de su camino explica muchas cosas. No se trata, solamente, de una opción para trabajar mejor en el Reino de Dios. Se trata de un compromiso fuerte y con vocación de permanencia basado en el amor. Y algo muy parecido puede decirse del matrimonio. En fin que reflexionemos esta semana con entrega de todas estas enseñanzas, notable, que la Palabra de Dios nos ha traído.
Fuente: elrincondelasmelli
Fuente: sobrecatequesis
Grita No a los engranajes del mal que aplastan y oprimen
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Expulsa el mal
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